AHORA QUE NO TE CONOZCO
No entiendo tu juego. Esta vez no lo entiendo. Quizás es que cada día que pasa te conozco menos, o quizás es que ni siquiera nos conocimos y todo fue una mala pasada del destino o de los sueños.
Tu silencio de ahora es distinto a todos tus silencios. Tu silencio de ahora no sabe a nada o sabe a todo lo malo que nunca conocí de ti. Sabe a un abandono gris cargado de mala conciencia. Sabe a una culpa invisible y pegajosa, a una frialdad espesa y cruel. Tu silencio de ahora no es más que la declaración de una mentira.
Acepto los miedos, los propios y ajenos, pero no acepto la cobardía. Acepto las dudas, las mías y las tuyas, pero no acepto la ambigüedad. Acepto los refugios, pero nunca aceptaré los escondites. Puedo, incluso, aceptar la mentira, pero no aceptaré nunca el engaño. Acepto y prefiero el silencio cuando todo se ha dicho, pero no acepto de ninguna manera el silencio como defensa y retirada. Y tú guardas aún muchas palabras…
Me has dejado con los labios secos y el corazón borracho de confusiones. Cuando más falta me hacías desapareciste por el hueco de la soledad que hay en mi alma y te volviste invisible. Me dejaste hecha un ovillo, intentando mantener el calor que me habías robado. Te fuiste, llevándote contigo la vergüenza. Y sólo me dejaste de recuerdo un puñado de silencios.
Quizás te equivocaste y ahora puedo darte la razón. Estabas en lo cierto cuando te excusabas diciéndome que tú no eres el hombre que me puede hacer feliz. Ahora puedo decir que es verdad. Ahora, justo ahora que no te conozco…